miércoles, junio 25


Compré el libro de Susan Sontag "Ante el dolor de los demás".
Encontré interesantes varias partes del libro, que me sirven, aunque no literalmente, si para reflexionar sobre el papel del espectador ante la guerra.
En una de las primeras páginas del libro, Sontag dice: "La guerra rasga, desgarra. La guerra rompe, destripa. La guerra abrasa. La guerra desmiembra. La guerra arruina."
Cuando leí este párrafo, mi piel se transformó automáticamente en piel de gallina, ó de pollo, ó como sea. Porque tuve un bombardeo instantáneo de imágenes y recuerdos e historias que validaban aquello que Sontag decía. Y pensé que quizá iba a re-demostrar estas palabras mediante las mujeres. No digo que este sea el único objetivo de mi trabajo porque sería incluso muy naíf de mi parte... pero a algo que está tan naturalizado, ¿como no intentar verlo y comprenderlo más real o profundamente?

En el libro, también se habla acerca de una condición que nos caracteriza hoy en día. En nuestros livings o casas, la guerra funciona como telón de fondo. Representa de alguna manera nuestros sonidos y vistas. 
La idea de no ver al sufrimiento ajeno como un estímulo de consumo; si no desde el lugar donde se apela a la reparación y a la "des-cosificación" de las personas.
Una mirada donde el ser afectado pueda perder o intentar perder su estado de "cosificación", el cual la guerra le ha atribuido. Porque en la Guerra se genera un estado de generalización continua que destruye aquello que nos hace individuos y seres humanos.

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